martes, 13 de agosto de 2013

Bailemos



Bailemos 

Por Yohena González

Bailar es un arte. La mezcla de dos cuerpos al compás de la melodía va más allá de un acto cultural o divertido. Que la música invada tu espíritu y haga que el ritmo recorra tus venas cual compuesto adicional de la sangre es poco. La danza colma de felicidad interna. Bailar es el ejercicio que necesita el cuerpo para integrarse al ejército de los más armados. Armados de bondades, placeres, bienestar,  dicha, delicias, encantos, goces…
Tu ingenuidad y timidez ponían cuño y firma a la acentuación que de baile aún no sabías nada. Mis esperanzas iban entonces en picada. Los rasgos de aburrimiento que estaban algo escondidos salieron a relucir en pocos segundo. Solo que detrás de un monitor se refugia cualquiera, pero en la escena llegaste humilde y saliste estrella.
Mis manos temblaban casi al ritmo de la música, sin embargo nadie lo notó. Me manejaste con tanta seguridad. Eres fuerte y me volviste ágil, cual pluma en el viento. Recorrimos el salón solo para marcar el terreno que en breve sería nuestro. Estábamos solo, no quedó nadie para admirar tu destreza. Apretabas con ímpetu mis puños y hacías de mis pasos vuelos a tu gusto. Me sentí en el cielo. Tu espalda… creo que no tiene descripción. Mi mano caía en el centro y aparecieron entonces las ganas de rozarte, tocarte, darte… Nuestros cuerpos se unieron, se hicieron uno en el universo. Sudamos empapando la piel del pecado y el deseo. Tu rostro agitado y el mío. ¿Por qué hablas y te muerdes los labios? Eso me excita y me incita a morderlo también. Y solo bailamos.
Tenía que despertar del sueño, volver otra vez a vernos rodeados del montón de gente que nos acompañaban. Ahora cada canción de aquel día me recuerda a ti. Saber que estás allá atrás, que solo un paraban nos divide hace agonizante los deseos enormes de volver a bailar.



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