¡ROBIN HOOD, COMPADRE!
Por Mario Herrera
“Robin Hood le roba a los ricos y reparte a
los pobres”, pero, ni soy rico, y mucho menos creo que distribuya el fruto de
su robo con alguien más que él.
Ese viernes fue uno de esos días en que todo
te sale a pedir de boca. Me avisaron sobre las siete de la noche que Robin pasó
por mi casa. El impacto inicial… imagine que viaja plácidamente dormido en una
guagua y te enteras del accidente por el frenazo.
Robin entró a patadas, destrozó la parte
interior del marco de madera (la única de la zona). Le pido, no seamos crueles con él, que después
la acomodó para que no se maltratara.
Se dio banquete. Examinó todo lo que le
gustaba y desechó lo “cheo” (camisas y
pullovers serios). Buscó en cada rincón y hasta eligió a mis calzoncillos del
sábado en la noche, bueno… esos que uno usa cuando…
Decidió que necesitaba un televisor más
grande, así que ahora disfrutará de la pelota en mi inmenso televisor Phillip
de… catorce pulgadas.
A Robin le gusta el idioma, además de la tele,
creyó necesario el DVD chino, marca Sony, pero hecho para el mercado chino, con
mando en chino, y hasta tuvo la propiedad en sus manos, pero seguramente pensó
que era algún papel sin importancia y me lo dejó de recuerdo. Debajo del
equipo, un papelito traía las instrucciones para entender el control remoto de
este equipo…chino.
También supe que le gusta el fútbol y no la
lectura. Robin vestirá a sus Hombres Felices con mi colección de camisetas de
distintos equipos, casi una veintena, pero no sabrá mucho de historia. Se dejó
unas diez revistas Fútbol Total. También sé que no se siente cómodo si escucha
a Boccelli, Bob Dylan o Jimmy Hendrix, e incluso diría que tampoco Santiago,
Varela o Liuba. Pero no se dio cuenta y se llevó dentro de mi equipito de audio
un original de “Los Tres Tenores” que sabrá dios dónde irán a cantar ahora.
Robin es todo un naturalista. Fíjense que sacó
el arroz y lo derramó en la entrada de mi edificio para los pobres gorriones.
¡Qué corazón tiene!
Para el invierno se aseguró con mi abrigo de
equipos Cuba, además de un par de enguatadas de selecciones nacionales de
Italia y Perú, pero, para que no me muera de frío, me dejó una, que no es de
fútbol, pero de todas formas pensó en mi.
Aprendí que le gusta mucho la pasta de dientes
vietnamita A-ONE, pues a la mía le quedaba menos de un cuarto.
También le gusta la comida subidita en aceite y los dulces con azúcar, la carne
de cerdo, y lo más importante, se protege en sus relaciones sexuales, pero aquí
me fijé en que no es muy observador. Tenía dos cajas, casi idénticas, pero un
cartelito de más en una de ellas decía “Chocolate”. Esa fue la que se quedó.
Perfume, desorodante, máquina de afeitar, cucharas y tenedores. Ventilador para
el verano, shorts, pantalones, uniformes de jugar al fútbol, medias, espinilleras. En fin,
una buena lista.
No fui tan mal anfitrión después de todo,
hasta puse las maletas. Él se llevó mi equipo de música, pero dejó las bocinas,
para que me sirvan de adorno. Por cierto, sé que también le gusta beber, pues
sacó mi abridor Yutong de dentro de su caja, y por supuesto, me dejó la caja.
Y así
fue mi encuentro con Robin Hood, el que le roba a los ricos y reparte a los
pobres. Y, ¡cómo tengo amigos, caballero!
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