Por: Mario Herrera
Casi siempre me
pasa lo mismo, me entero del día de las madres porque me cayó encima.
La mía mide 1.50 m
y tiene un genio tremendo, pero no la cambio por nada en este mundo.
Prácticamente nos crió sola a mis hermanas y a mí en un barrio complicado. A
ella le debo no la vida, sino también cómo la vivo.
Mi hermana mayor
es hija de su primer matrimonio. Su padre es un sujeto tan, pero tan bueno que
pasa por incapaz de tomar decisiones propias y eso a mi vieja… Una vez caminos
separados ella se hizo cargo de todo lo que tenía que cargar.
Después conoció a
mi padre y esta vez fue por exceso la cosa. Con una panza gigantesca lo mandó a
volar con tal de no dejarse manipular a voluntad ajena, y amigos, voluntarioso,
a mi padre, no le ganaba nadie.
La diferencia
entre el primero y el segundo es que después de separados ellos mantuvieron una
amistad tremenda y sí se ocupó mi padre de mí. Fíjense en detalles hermosos y
para que no hablen mal de las madrastras. Mi padre se volvió a casar, una de
sus siete veces, con Clarita. Ella no tenía hijos ni los tuvo en sus casi diez
años juntos. Su hijo era yo. Aún a su familia y a su esposo les dice que soy el
mayor de sus hijos. A veces coincidía que ella había hecho planes conmigo y mi
madre también entonces se complicaba el viernes. ¡Eso es genial!
Pero volvamos a mi
madre. Regresó a vivir su vida con el padre de mi hermana menor. Para no hacer
muy largo el cuento, cargó sola con nosotros tres después de muchos años. Era
cuestión de temperamento. Hay quienes piensan primero como mujer y después como
madre. Ese no era el caso.
Llegaron los
noventa con la crisis económica fuerte y se las arregló para sacarnos adelante
con un tremendo trabajo, en mi barrio complicado. Realmente le agradezco a su
temperamento que no haya tomado otro camino.
Quizás el único
error que cometió fue querer que todos viviéramos junto a ella y cada uno de
nosotros quiere, como es lógico, despegar y crear su propia familia, además,
cada quién tiene sus cosas.
Ahora mi madre es
abuela, y como dicen, es mucho más suave con las nietas que lo que fue con uno.
Lo que antes era una cosa ahora la ve con ojos más preocupados y mima a las
niñas muchísimo. Las cosas que antes provocaban un par de nalgadas bien o
medianamente bien dadas, ahora son “entendibles porque son chiquitas”.
Sigue vigorosa,
sigue linda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario