Por: Lolita
-Oye, detente…; él caminó
despacio hasta que detuvo el paso, se viró lentamente, vio una rara mujer
vestida de negro, muy fea, que llevaba sobre su hombro algo parecido a un
madero. -¿Qué quieres? -Vine a llevarte…
-¿A llevarme?, ¿A qué lugar? -¿Es qué acaso no me conoces? -Yo no acostumbro a
mirar a las mujeres tan feas. - ¡Ah, qué bueno!, soy la muerte y es tu turno de
partir.
La fea mujer quedó
sorprendida cuando él contestó con una carcajada, dijo -¿Llevarme a mi?, estúpida
mujer solo me iré cuando quiera.
-Eres el mortal más
imbécil que he conocido y como dije te vas conmigo ahora mismo.
-Ja, ja, ja, soy
inmortal, hijo de un Dios tan poderoso que podría decidir cuando quiera tu
desaparición definitiva.
Ahora fue ella la que
trató de reírse y enseñó su boca desdentada…, -No hay ningún Dios más poderoso
que yo…
El muchacho lleno de
rabia la miró de frente y no encontró sus ojos…, -Ni ojos tienes-dijo- para
identificar a los que vas a llevarte y no iré contigo a lugar alguno.
-Cómo te resistes a ir
conmigo, llamaré por el celular al Consejo de los Dioses... ¡Oh, qué gran
dolor!, el Consejo de los Dioses emitió una moratoria (por el burocratismo aun
no me había llegado) para todo el que se niegue a ir, sean o no hijos de Dioses.
¡Qué barbaridad!, 6 000 millones en mi lista, trabajaré solo a una pequeña
parte del tiempo…
-Julio, Julito, despierta
que se te hace tarde.
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