Por: Mario Herrera
La
verdad es que este fue un fin de semana bastante raro. El sábado se suponía que
era un día de fiesta, 27 de septiembre, vísperas del aniversario de los Comités
de Defensa de la Revolución (CDR).
Pero
el ambiente fue bastante poco festivo. Entiendo mi cuadra, no hace mucho
fallecieron dos personas, uno de ellos presidía la organización social
precisamente, y que se guardara una especie de luto colectivo era lógico. Sin
embargo fue así en algunas zonas que pude caminar. Recuerdo hace unos años el
27 de septiembre, fiesta en los CDR, la cuadra entera volcada en la caldosa de
todos y después con sus jarritos y cazuelas a buscar su parte; reunidos en
pleno disfrute de una fiesta esperada como cosa buena.
Pero
ya no es así, la caldosa no tiene ya tantos colaboradores en su manufactura ni
en la comelata. Son pocos los CDR que funcionan a pesar de que sí quedan
algunos que todavía celebran la revolucionaria fecha; fecha que no debe
olvidarse su origen.
Ayer
domingo caminé un poco por la zona donde vivo y casi no hay huellas de
celebración.
Hoy me
levanté bien temprano para entrar a trabajar, me tocó la madrugada. Al llegar a
la parada vi encendidas las luces de un timbiriche abierto, con un dependiente
amable que en un volumen algo escuchable a quince metros, reproducía en su
equipito música cristiana y hablaba en plan “te convenzo” con otro señor sobre
las semejanzas y diferencias entre ser cristiano y ser religioso.
Me
monto en la guagua, al pasar el puente del río Almendares veo lo que quedó de
otra guagua después de un incendio en su interior. Policías, Inspectores, jefes
reunidos en plena faena a las cuatro y tanto de la madrugada y la guagua ahí,
cual estatua viva, monumento al incendio.
Casi al
llegaba a la emisora. Entro por calle 21 y la veo, peleada con su novia,
cuchilla en mano y “te voy a tirar por la aorta”. Cuestiones de dinero.
Mientras la otra le gritaba cochina de mierda y trataba de acercarse hasta que
volvía a divisar la navaja de su compañera de pacotilla con cuarenta libras
menos.
Y
llegué con todas estas ideas en mi cabeza, la fiesta popular que muere, el
cristiano antirreligioso, la guagua quemada y la violencia de la prostitución,
todo en un solo fin de semana.
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