Por: Mario Herrera
La
verdad es que me alegro que hayan terminado los XXII Juegos Centroamericanos y
del Caribe en Veracruz, México. Trabajo arduo desde todos los puntos de vista.
Los atletas que sacrificaron tanto en los entrenamientos diarios, la planificación
de sus cargas, la obligación de ganar por ellos mismos, por su país, por sus
amigos y familiares. El dejar de ver a sus hijos a veces a causa de los
entrenamientos.
La
televisión tuvo un trabajo tremendo. Los que viajaron a la tierra del Tequila y
los que nos quedamos aquí hasta dieciséis horas diarias para llevarle a la
teleaudiencia los detalles de los eventos según las posibilidades reales de
transmisión.
Nada,
un trabajo tremendo por los quince días que duró el evento. Casi me olvido de
tantas cosas por pensar y enrollarme en los centrocaribe.
Hubo
títulos que se esperaban. El beisbol, si no ganaban con ese trabuco mejor que
se retiraran del deporte activo y por cierto, al fin VM32 gana un evento
oficial al frente de un equipo (más allá de Holanda el año pasado). El
controvertido manager ha jugado cuatro finales en series nacionales y no le ha
ido nada bien (16 derrotas y 3 victorias).
El
baloncesto femenino, esperado aunque un poco fatal el partido por el oro. Del
masculino esperé un poco más de coraje en las semis y el bronce.
EL
voly masculino debió ganar, ese se quedó debajo de mi pronóstico. Los luchadores,
judocas y boxeadores cumplieron y el atletismo brilló con luz propia a pesar de
las ausencias de los jamaicanos en la velocidad.
En
fin, los juegos tuvieron cosas positivas, negativas y de todo un poco.
Ahora
queda descansar para algunos, otros seguimos en las duras jornadas diarias.
Por
cierto, para que no piensen que me olvidé, ayer fue el segundo aniversario del
paso de Robin Hood por mi casa. Lo recuerdo bien. No se me ha olvidado, al
menos, hasta ahora, no como a quienes les tocaba investigar y resolver el
misterio. Esos sí no han terminado.
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