jueves, 12 de marzo de 2015

No se pudo, pero qué cara



Por: Mario Herrera


 
Cuba no pudo acceder al mundial de fútbol U-17 que será en Chile este año. La final de CONCACAF  estaba fuerte para el grupo. Estados Unidos y Honduras a priori eran un portón impenetrable para los cubanos que confiaban en lo que pudiera suceder con Jamaica, Guatemala y Trinidad y Tobago.
 El comienzo fue desastroso. Un cero a cinco que nos dejó noqueados  fue la receta norteamericana. Una pésima defensa sobre todo por la banda derecha, una incapacidad de conectar a las líneas, a los jugadores más allá de tres toques. Un resultado que pudo ser peor si tenemos en cuenta que el arbitraje se tragó un gol estadounidense por fuera de juego que no existió más una del “7” que estrelló al poste derecho del portero cubano.

 Pero la junta directiva encabezada por Fidel “Jiqui” Salazar con la asistencia de Dariem Díaz, Odelín Molina y compañía hizo lo que nadie pensó. Rearmó al equipo, cambió las piezas que tenía que cambiar, levantó la moral y los hizo jugar nuestro fútbol. Quizás no sea vistoso como el que consumimos a cada rato, pero es el que se puede jugar.
 Honduras de local. Raro, peo no estaban repletas las gradas como uno esperaría pero sí había bastante público, más de lo que estos cubanos ven habitualmente. Los hondureños fueron con todo, tiros desde la larga, la media distancia. La segunda mitad hizo lo suyo después de un tiro largo, la pelota picó delante del portero Lázaro García, que dio rebote y Foslyn Grant anotaba para los catrachos al 50´. De “7” a “7” vino la cosa cuando Raycharles Herrera empató tras un tiro libre a la izquierda del portero veintiocho minutos más tarde. Final de la historia. ¡Era posible soñar!
 Jamaica nos había ganado en la final del Caribe por el pase a discusión de título tres por cero. Había ansias de desquite .No había pasado el minuto dos y ya los nuestros tenían un penal en contra por mano involuntaria dentro del área de Serguey Campillo pero Lázaro García estuvo fino y adivinó el error en el cobro. Había juego. Jamaica parecía dominarnos y Cuba comenzó a demostrar peligro para ellos sobre el minuto veinticuatro. De hecho tomó algunas acciones y niveló las cosas. Eduard Puga aprovechó un centro y el sueño de los centrales jamaicanos para el tanto inicial al 47´ y no habían pasado muchos segundos cuando nos volvimos a acercar peor lo fallamos. Ellos nos igualaron con un gol nacido de una buena visión periférica de su “17” que ante la salida del arquero y la llegada de los defensores, abrió a su derecha para que entrara desde atrás Nathaniel Adamolekun al 54´. Ambos arreciaron los ataques pero no hubo cambios.
 Después venía Guatemala. “Partido de puro trámite” decía algunos. Nada de eso. Cuba tuvo las más claras. Cero a cero el final. Se acabó el sueño del mundial.
 Cerrábamos con Trinidad y Tobago que no lo había hecho bien en el torneo. Nos fuimos delante al minuto 6´, Eduard Puga marcó la pelota que le empujó Yosniel González. Trinidad no se quedó dormida aunque en la primera mitad fuimos superiores. Kareem Riley al 65´mandaba un zapatazo que entraba como pelota por su puerta, lindo disparo, fuerte, seco, rápido, pegado al palo izquierdo del portero, imposible. Y se fuero delante al 71´ después que Noah Powder tirara a buscar suerte y la encontró con el error de Lázaro García en el arco. Cosas del deporte, salvas muchas pero también te tragas otras. Los  cubanos no bajaron los brazos, tenían dominados a los trinitarios y no se dejarían ganar. Y como en toda gran historia, no podía ser de otra manera. El “Capitán” (¡qué gran Capitán!) anotó de cabeza el empate ocho minutos más tarde. El poste, el intento de Raycharles, en fin, Cuba a por la victoria.
 No se pudo clasificar. Pero estoy feliz con este resultado. Fíjense: estos muchachos cuántos partidos juegan al año. Quizás  unos quince o veinte. Pensemos en qué condiciones, cada cuánto juegan con un nivel superior, cuántos partidos internacionales oficiales o de preparación tuvieron antes del evento.
 Son muchas las cosas que hay que trabajar en el futbolista cubano, la definición es un mal desde la base hasta la primera división y la selección nacional; hay que buscar las alternativas para que se juegue constantemente en todas las categorías. No basta con clasificarse a la final de CONCACAF, eso debe ser el paso inicial, la meta siempre debe estar enfocada en el mundial, los juegos olímpicos y avanzar si se clasifica lo más posible. Si se logra clasificar estar ahí no puede ser la meta.
 Les digo, soy feliz porque mostraron otra cara. Un corazón fuerte y un amor a la camiseta, aunque no sea roja y no traiga ni escudo ni bandera ni logo de identificación. Lo hicieron bien a pesar de no lograrlo. Gracias muchachos, gracias cuerpo técnico.


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